Relato: Palabras sobre un río
Por Ivanna Vargas
Diálogos
Sumerjo los pies, el agua está un poco espesa, pesada y fresca. El cielo despejado abre paso al sol que calienta mi espalda. Busco de frente el horizonte que me promete milagros y encuentro el pasado, una utopía que destruimos. La marea me presenta un lechuguín. Recojo mis pies por temor a lo que está debajo, espero a que pase. Me levanto, no lo pienso y me tiro.
Silencio, y luego…
— Sabes, esta fue la última corriente que presenció viejitas y, últimamente, nuestros hijos son secuestrados en la adolescencia. Tu especie es muy tragona, ¿o me equivoco?
Empiezo a patalear con fuerza. La voz me persigue.
— Ayer, doña Garza me dijo que no tiene dónde dormir, ¿en qué piensan cuando talan?
Busco la salida.
— Las cigüeñuelas están en espera del sepelio, ¿los tuyos saben de nuestra muerte?
Intento escapar y solo sale de mi boca “glu, glu, glu”. El agua dulce se vuelve amarga, espesa y pesada en el cuerpo. Abro los ojos y solo veo un ocre difuso y la boca de un pez que me habla. Ocupo lo último que me queda del aire que guardé antes del clavado, mientras mis pulmones comienzan a nadar.
— Yo sé que sabes que en el pasado éramos más y que ahora no nos dejan crecer. No es el calentamiento global; es la ambición hecha política, ¿De qué vivirán cuando este río muera?
Y justo cuando mi cuerpo está a punto de ceder, como en una pesadilla, escapo a la superficie, encontrándome en una batalla con la marea. Pierdo de vista al pez, pero frente a mí está esa garza, imponente y amenazante, demostrando en su ligereza la capacidad de un cuerpo que viaja en un lechuguín. Sostiene la mirada, y sé que, aunque el pez es su comida, en la cadena alimenticia su existencia se ve amenazada en una dieta a punta de peces adolescentes que comen lodo y mierda. Me juzga en mi condición de humano, para luego saltar al vuelo y recordarme que mi cuerpo, aunque acuoso, es mortal frente al Babahoyo.
Dear Babahoyo
El agua huele a sal,
suenan las canoas,
graznan las garzas
los patocuervos sobrevuelan al ras,
un par de niños chapuletean
mientras el agua choca contra las piedras
glu, glu, glu,
tragan las piedras,
el agua de este inmenso río
que hoy están tapando.
Piedras de movilidad artificial
Rejas de fantasías blancas como la coca
glu, glu, glu
suena la orilla,
me llama cuando ausentan las canoas
me pregunta “¿dónde está tu abuelo?”
Y le respondo que voló con las garzas
glu, glu, glu
suena el río
y no veo a gente nadando
El río se hizo calle,
la calle malecón
Y el malecón explanada, piscina y parque acuático.
El río suspira sollozos
Me dice que extraña a los cimarrones
Me pregunta dónde están
Yo guardo silencio y oculto mis lágrimas
en medio del glu, glu, glu
¿Cómo le explico al río que aquella huida hacia la libertad
se convirtió en la prisión del oficialismo?
glu, glu, glu
Me llama el río
Yo rebusco entre sus piedras
el pasado que taparon con cemento
y que solo queda rastro en mi memoria
Me acerco a este y sumerjo mis pies
le pregunto casi silenciosa
¿En qué parte de tu cuerpo te duele cuando te tapan?
Me responde “el corazón”
“mis brazos quedaron mochos
y las piedras escuchan el lamento de mi alma”
Esa tarde vi al río llorar tan fuerte
que llamó a los truenos
y anticipaba a las garzas
que sus lágrimas recorrerán al pueblo
y visitarán sus heridas
El brazo roto que hoy es calle
El pulmón tapado que hicieron piscina
El hígado entumecido que hoy es edificio
Y las piernas rotas que tienen nombre de avenida
El río desbordó esa noche,
las lágrimas no cesaron
hasta que las garzas aparecieron
a enmendar el corazón.
La tarde siguiente el río secó
era lodo y arena, lodo y arena
piedras secas y una lágrima de agua.
Las garzas inundaban ese cuerpo seco
tapando heridas, cuidando el corazón
se apuraban antes de la llegada del toro
que empujaba al río a volver a sus funciones
burocracia natural
El río estaba triste, mutilado, desplazado y abandonado
pero el ciclo de la vida que hoy tapan
“tiene” que continuar
Te entrego esta carta con una rosa
para acompañarte
en el duelo
de un cuerpo mutilado.
Epílogo
¿Has visto volar una garza?



viva babahoyo